agosto 23, 2012

¿Potencia deportiva?



¿Potencia deportiva? Columna Trompo En La Uña, diario La Región 19 de agosto)

¿Para qué caernos a coba? La participación de Venezuela en las olimpiadas de Londres no puede calificarse como “exitosa”, aunque nos duela en el corazón. Hablamos de una presea dorada lograda por el esgrimista Rubén Limardo en un acto, prácticamente, aislado. Galardón que, conjuntamente con el del “Morochito” Rodríguez (obtenido hace 44 años) nos deja con un saldo de dos medallas de oro; trece preseas en total, desde la primera participación de Venezuela en las olimpiadas de 1948. Un dato interesante: sólo en Los Ángeles 84, hemos logrado superar la maldición de una medalla; en esa ocasión, obteniendo tres de bronce.

Hay problemas en el deporte, aunque -para variar- desde el gobierno se intente negar. Con la tendencia a prohibir las críticas se busca, infructuosamente, hacer ver todo desde una perspectiva desbalanceada, pintando una realidad que no existe; pero lo cierto es que estamos en “0” en avance deportivo, aun cuando el ministro de deportes Héctor Rodríguez hable de “logros” (que no especifica) en los últimos 13 años, gracias según éste, a las políticas del presidente. Hace 44 años ganamos una presea dorado, hoy tenemos otra; total: dos (2). No hay más cuentas.
El país carece de infraestructura y de planes a mediano y largo plazo, por lo que muchas disciplinas no se pueden practicar en el país. Ese es el caso de Rubén Limardo, quien ha desarrollado su carrera en Polonia, viviendo las duras y las maduras -según palabras de él- por además, carecer de apoyo gubernamental; tanto así, que ha llegado a declarar sus malas relaciones con el COV. Aunque ambiguas muchas veces sus declaraciones, es claro que existe un descontento igualmente en muchos deportistas. Tal es el caso de Daniela Larreal, quien inicialmente suavizó sus palabras por Twitter, manifestando que el presidente era “engañado” y a los deportistas no se le asignaban los recursos a tiempo. Luego de quedar eliminada en Londres, Daniela no ocultó su enojo con un aparato gubernamental que largamente da muestras de no funcionar: “Nunca los ves, pero cuando ganas medallas están ahí”, sentenció.
La verdad en el deporte, como todo en el gobierno, se vuelve turbia y rápidamente entra en una zona en la que la realidad, para ellos, es un informe oficial. El gobierno y sus partidarios, en su afán de convencerse a sí mismos que vivimos en una potencia (una mezcla de Canadá, Estados Unidos y Alemania) se ufanan de la medalla de Limardo. Me pregunto: ¿Dónde están las escuelas de esgrima bolivarianas?, ¿dónde está la academia bolivariana de automovilismo de la que saltó Pastor Maldonado a las pistas europeas? ¿Algún beisbolista llegó a las grandes ligas gracias al gobierno?

La cruda realidad es que Venezuela quedó empatada en cantidad de medallas con las humildes Bahamas y Granada, pero por debajo de ambas en el puesto 13. No le hizo mella a ninguno de sus rivales por tradición: Brasil y Colombia; salvando el honor gracias a un hecho deportivo aislado, no como consecuencia de políticas de apoyo y continuidad en el deporte. Lamentablemente hay personas que no quieren ver y sus representantes en el gobierno, prefieren seguir mintiendo.

¿Por qué no nos fijamos en nuestros vecinos y comparamos? Por ejemplo, para el deporte colombiano fue una participación histórica el sumar ocho medallas (1 oro, 3 platas y 4 bronces); sin embargo, las voces críticas de los deportista - incluyendo academias y semilleros de las disciplinas en cada región- exigen al gobierno mejoras inmediatas y mayor apoyo. Hablamos de un país donde Coldeportes y el COC han centrado esfuerzos en detectar las regiones en el país en donde los niños nacen con condiciones excepcionales para el deporte, además de ofrecer justas nacionales de nivel. Todo con el apoyo de un Estado que ofrece, además infraestructura, entrenadores extranjeros (si amerita la disciplina); además de pagar salarios acordes para entrenar sin preocupaciones. Todo lo anterior, aunado a 15 años de trabajo continuo y fundamentado es políticas certeras, evidencian el crecimiento que ha experimentado nuestro rival directo, estándar por antonomasia, y que termina por desnudar la realidad del deporte venezolano.

La mejor forma de corregir, es aceptando los errores. Lamentablemente, el gobierno se empeña en negar las realidades y su prensa oficialista sólo cumple su función de enviar al pueblo boletines informativos, en los que las cosas malas del país no son nombradas. Las necesidades, en la idea absurda de tapar el sol con un dedo, las omitimos aunque estén en la calle y resaltan sin necesidad de ver Globovisión o leer El Nacional. Los resultados en las olimpiadas no tienen otra traducción.
La crisis se agrava en este régimen cuando algunos deportistas en su miedo a perder las migajas justifican y terminan emulando a sus colegas de Corea del Norte y Cuba, agradeciendo de cuanto logro obtengan a sus líderes políticos; suerte de coach, inspiración celestial y al final únicos responsables por encima de su talento y esfuerzo, de lo obtenido en sus disciplinas.

Al final el tema cae en la telaraña de “la cuarta”, “la oligarquía” y la maña de pintarse como víctimas. Hemos perdido la capacidad de ser críticos ante las realidades y aceptar cuanta versión oficial circula. Hemos creído en las publicidades en las que La Vinotinto es el resultado de políticas de PDVSA, desconociendo el único proceso coherente y consecuente, que en materia de deporte se viene trabajando desde antes de1998, cuando Chávez no podía emitir opinión alguna.
La mesa está servida y cada quién puede sacar conclusiones. No somos potencia deportiva, aunque tenemos todo para serlo. Si no se cambian las estrategias serán estériles los intentos por figurar en las olimpiadas, por más talento que sobre en el país.

No es cuestión de derecha o izquierda, porque si a eso vamos, entonces la izquierda revolucionaria fue claramente vencida por el capitalismo americano. Se trata de bajar los decibeles del fanatismo y apuntar a los defectos, errores y vicios del gobierno y el COV. Ser objetivos y realistas no es pecado.

Fernando Pinilla