marzo 25, 2010
Pensé que lo había visto todo...
Pensé que lo había visto todo (Mi sección en el diario La Región, "Trompo en la uña" 14 de Marzo).
Estando en la ciudad de Bogotá, ciudad llena de lacayos del Imperio que se deleitan en inmensos centros comerciales iluminados de forma descarada, por allá por noviembre de 2007, en compañía de algunos amigos que hicimos el esfuerzo de ir a esta ciudad, y llamo esfuerzo porque díganme si no lo es, tener que ver tanto orden, tanta abundancia en comida; buena y barata, para presenciar el encuentro de eliminatorias al mundial de Suráfrica 2010, entre las selecciones de Colombia y Venezuela.
Recuerdo que al llegar al estadio Nemesio Camacho “El Campín”, nos encontramos con un reducido número de compatriotas, soberanos todos. Nosotros asistíamos, lógicamente, luego del tortuoso y casi sádico proceso de solicitar nuestros dolares a Cadivi, para poder presenciar el esperado encuentro.
Ese grupo muy bien identificado como miembros de la Federación Venezolana de Futbol (así se le llama a cualquier familiar, o pana de algún funcionario de este organismo) comenzarían a hacernos quedar en ridículo, cuando cuatro compatriotas, soberanos también, llegaron al mencionado estadio luciendo una corona y franelas con una frase muy de moda por aquellos días, proferida por un monarca de la península Iberica al que no mencionaré, para con nuestro presidente.
Lógicamente la reacción inmediata del grupo de parasi… ¡digo!, De seguidores de nuestro primer mandatario, afectados psicológicamente por el episodio, fue enardecida, ya que jamás habían visto como se podía irrespetar a un hombre, que es incapaz de usar algún tipo de palabra descalificadora y o u ofensiva, con otro semejante. Fue entonces cuando la policía, esbirros del Imperio, tuvo que arremeter contra el pequeño altercado que se estaba dando en las gradas.
El desconcierto en el estadio, por supuesto era general. Un silencio lo invadió completamente en aquella tarde gris bogotana, cubierta por un cielo plomizo, hasta que un solitario grito lo rompió de manera iracunda: “parce, la idea es que nosotros los ofendamos y peleemos con ustedes, no que se den una muñequera (pelea, golpiza, paliza en colombiano) entre ustedes mismos”…
Sin embargo era normal, no para nuestros vecinos, sino para los que observábamos los acontecimientos sin decir nada, ver una trifulca (ahora sí, pelea en venezolano), entre rojos rojitos y opositores. Ese día pensé que lo había visto todo, sin embargo como siempre, el tiempo sabio en todo lo que hace, se encargaría de demostrarme que me había equivocado, y esta semana tuve que repetir de forma cansina el mismo pensamiento.
Lo especial en esta oportunidad, no es que veía a un escuálido, enfrentándose a un bolivariano “mesmo”, no, más vergonzoso aún. El país, el continente, el mundo, y si hay vida alienígena en alguna parte del universo, también fueron testigos, de una pelea, al mejor estilo de kick boxing entre miembros de mi tan amada “mesa de la unidad” en una reunión celebrada en Valencia. Reunión esta última que según un vocero de la “brillante mesa”, tenía como intención fomentar el diálogo y el entendimiento entre los partidos políticos que quieren postular sus candidatos a la Asamblea Nacional.
Realmente nada más lejano a la realidad. Vamos a estar claros, y no nos hagamos los paisas. El rollo que vivimos los venezolanos, tiene como uno de sus ingredientes, por no decir el principal, la paupérrima oposición que se hace desde las toldas políticas, dónde todos los intereses, la sed de poder y las ganas de figurar, ciegan el objetivo general que no es otro que el renacimiento de una nueva Venezuela, cual ave fénix desde sus cenizas. Pero es que a éste pobre pajarraco que quiere alzar el vuelo, lleva demasiado peso por parte de oficialistas y opositores, que no lo dejan levantarse, sacudirse y emprender el vuelo. Es decir esta cuerda de personajes, pesan más que un matrimonio a la fuerza.
Me pregunto: ¿será que en diez años de fracasos, de desatinos, de poner la cómica, tan pero tan brillantemente, que podrían haber sido nominados junto al oficialismo, como mejores actores de comedia para el Oscar, no han aprendido nada? De corazón, así hablando con claridad creo que no. La realidad es que lejos estamos de tener una “UNIDAD”, palabra sencilla compuesta por seis letras, tres consonantes y tres vocales, del latín unĭtas, -ātis, acción simultánea que tiende al mismo fin, irrompible, inseparable, uno. También puedo explicarlo gráficamente, si es que el concepto es demasiado avanzado para todos estos estudiosos, que de verdad no necesitan de “Primarias”, sino de “primaria” para entender conceptos básicos como este.
A veces pienso que toda esta cuerda de muérganos (rojitos y supuesta oposición) están mancomunados, jugando a Monopoly, con nosotros, es decir ustedes lectores míos y este humilde servidor, y lo único que quieren es o manejar el banco o caer en “parada libre” y llevarse la cochina. Y mira que la cochina de esta Ave Fénix es inmensamente rica, por más despilfarros que se hagan con todo el dinero suyo.
Nada justifica el circo, y si por lo menos fueran el circo du soleil, que armaron en Valencia con los asaltos de kick boxing en la mesa. Realmente un derroche de mal gusto, comparable con los shows humorísticos de cada intervención de algún funcionario del gobierno, y una radiografía de la realidad que se vive, y que desnuda, dejando todos los cueros al aire, y por supuesto la verdad, un estado más precario que el de los hospitales venezolanos, que ya es bastante decir.
Pensé que lo había visto todo en Bogotá con la pelea entre “venecos”. Creí que ya no se podía hacer más ridículo que el de detener a media ciudad capital, y realizar una cadena para inaugurar una “arepera socialista”, que por cierto me comentan que los guisos son buenísimos. Iluso yo, porque cuando ya todo estaba dicho y visto, pasan las cosas más increíbles, como el queso que realizó un chef de Manhattan con la leche materna de su esposa, o que la “mesa de la unidad”, en definitiva trabajan duro, realmente muy duro pero para continuar haciendo la cómica.
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