septiembre 12, 2013

¿Derecha o Izquierda?

Quiero compartir este sencillo escrito que publiqué el año pasado en mayo. Me parece ideal cuando en mi Venezuela se habla monte sin saber realmente, si quiera, de qué estamos hablando.




¿Derecha o Izquierda? (Columna Trompo en la uña, mayo de 2012)

“Siempre el que quiera engañar encontrará a quien le permita ser engañado.” Maquiavelo

Conversando con varias personas y leyendo algunos artículos, todos de diferentes corrientes ideológicas, se acrecientan dudas al respecto de la “verdad” que cada persona defiende. Muchas de esas verdades vienen precedidas de mentiras que queremos creer y terminamos haciendo que otros crean; esto, para justificar nuestras acciones.

La historia humana, manchada de sangre, se ha escrito con ésta como tinta. Cada quien traza su verdad, escribe su mentira; y ésta tendrá quien la crea, la defienda y hasta asesine por ella.
Tal vez sea que el problema no está en el pensar y el actuar, sino en los que ejercen el pensamiento y ejecutan la acción. La biblia sigue siendo mal vista, pero deja reflexiones tan reales como: …Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Romanos 3:12)
¿Cuál es la verdad? ¿Quién es el malo? ¿El de extrema derecha o el comunista? ¿El socialista o el capitalista? Quizás sean éstas las preguntas clave para descifrar por qué continúa la barbarie que vemos a diario y que coexiste bajo la patética sombra de ideales caducos. Ideales que al analizar fríamente, tal como establece acertadamente Alain de Benoist en su obra “Comunismo y Nazismo”: “existe una casi completa identidad entre ambos. El nazismo y el comunismo son hermanos que comparten el 95% de su ADN”.

Si analizamos la extrema derecha en América latina encontramos personajes oscuros que llevaron como inspiración a Francisco Franco, Benito Mussolini y Adolfo Hitler; otros personajes igual de oscuros. Tal es el caso de Augusto Pinochet y Juan Domingo Perón; quienes sembraron el terror en suelo chileno y argentino, respectivamente.

Durante los tres gobiernos autoritarios de Perón, fueron habituales la represión, la censura y todo tipo de atropellos orientados a crear un clima de terror para lograr su sueño: una dictadura fascista en Argentina. Para esto se desarrolló un grupo parapolicial de extrema derecha, la  Alianza Anticomunista Argentina, conocida como “Triple A”; encargada de llevar a cabo cientos de asesinatos contra guerrilleros y políticos de izquierda durante la década del 70.  Hoy en día se ha intentado desvincular  de esta alianza al dictador, pero los testimonios y pruebas terminan por confirmarlo.   

Por su parte, tras derrocar a Salvador Allende con el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973,  Augusto Pinochet inicia un período de represión y dictadura militar con numerosas violaciones de los derechos humanos y miles de ejecutados y desaparecidos. Escalofriante el expediente del ex dictador, dónde se enumera y detalla las víctimas oficiales desaparecidas y asesinadas. Realmente leer sobre niños de hasta 6 años ultimados por la espalda, hela la sangre. La juventud fue la principal víctima de esta dictadura.

En la otra cara de la moneda, se vende como “mejor”, la figura del comunista Salvador Allende; pero pronto nos desencantamos. Sin sentido de unidad nacional, Allende advertía amenazador: "no soy Presidente de todos los chilenos"; a la par que patrocinaba grupos armados para imponer su ideología asesinando -según testimonios- a los que opinaban contrario. También usó la tortura con opositores pacíficos, y los no tanto; tal como denunciaron los diputados democráticos al convocar a las Fuerzas Armadas en 1973.  Asimismo, en su libro "The World Was Going Our Way", Vassili Mitrokin -ex jefe de la KGB- revela que Allende recibía 50 mil dólares a cambio de información. Pero esto no es todo, también creó  mafias de contrabando con Cuba y Bolivia; las cuales al sumarse con los fracasos en sus políticas gubernamentales, llevaron al país al caos y terminaron por llevar a Pinochet – apoyado por EEUU- al éxito.  

El Comunismo no era una flor. El campesinado ruso aceptó asociarse a los bolcheviques para robar a los campesinos ricos. A la postre fueron despojados por sus “socios” y éstos los masacraron.
En “El libro negro del comunismo”, Stéphane Courtois reveló cifras escalofriantes: más de 93 millones de personas asesinadas por regímenes comunistas: 20 millones en la Unión Soviética, 65 millones en la China de Mao, 2 millones en Camboya, otros 2 en Corea del Norte; 1.7 millones en África, 1.5 millones en Afganistán y 1 millón en Vietnam. Los nazis mataron a 23 millones de personas; cifra inferior a las mencionadas, tal vez porque no tuvieron tiempo suficiente.

La realidad es que no son tan distintos, aunque se echen tierrita. ¿Qué significa la sigla nazi? Pues una abreviatura del nombre del partido nacional SOCIALISTA de Adolfo Hitler; anticapitalista y antiliberal como los comunistas. Asesinos como los que en nombre de un Dios, masacran pueblos y quieren imponer su mentira.

Alguien dijo: “hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a sus casas, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle que tenga un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego… atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerle sentir una fiera acosada por cada lugar que transite”. Estas palabras fueron escritas en mayo de 1967 por Ernesto “Che” Guevara, desde la selva boliviana. No podemos olvidar que ese “héroe” que vendieron románticamente en el siglo XX, dirigió personalmente el proceso contra los representantes del régimen depuesto en Cuba, condenando a muerte cerca de 4000 personas, entre otras masacres.

Es bien sabido que muchas de estas matanzas en América y otras partes del mundo, nacen como respuesta al intervencionismo Norteamericano que financiaba hegemonías de terror -entre otras, en Centro América- para combatir el comunismo. La  respuesta de orgullo nacional ha sido de sangre en los países que vencieron al capitalismo y comenzaron regímenes de horror izquierdistas.

Quizás si dejáramos de lado la mala maña de jugar al pasado y construyéramos un futuro basado en ideales y acciones de verdadera igualdad y respeto; usando lo acertado de toda doctrina, sin imponer nada a nadie, progresaríamos hacia un futuro prominente. Hoy, por el contrario -al menos en Venezuela- aún jugamos a La Guerra Fría.

Fernando Pinilla

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