¿Nos vas a negar? (Columna Trompo en la uña, diario La Región 23/02/2014)
Bassil Da Costa, José E. Méndez, Robert Redman, Génesis
Carmona y tantos más… ¿Te suenan, Nicolás? ¿Acaso quieres cerrar los ojos a la
realidad? ¿No les bastaron, Nicolás, Elías, Diosdado, con tantas muertes que
quedaron impresas en la historia venezolana en 2002? ¿Cómo pueden dormir
tranquilos, si es que lo hacen? ¿Cómo miran a sus hijos, nietos, a sus
sobrinos? Cada vez que vean a un estudiante amante del futbol, recuerden el
rostro de Bassil. Cada vez que veas a tu hija, en el caso de Diosdado, cantando
“Gotas de agua” para el comandante intergaláctico, recuerda el rostro inocente,
lleno de sueños, de belleza de Génesis Carmona.
Me dan vergüenza y pena ajena, señores del gobierno, porque
nadie podrá borrar del timeline de la vida las palabras nefastas de Francisco
Ameliach en su cuenta en twitter, @AmeliachPSUV: “UBCH prepararse para el
contra ataque fulminante. Diosdado dará la orden…” ¿Qué sucedería, Diosdado, si
tu hija, fuera la victima de un gobierno que reprime y que usa malandros para
ejercer justicia? No hay más fascistas que aquellos que ejercen el poder por la
fuerza. El FASCISMO no es protestar contra un gobierno inepto, Fascismo es un
proyecto político que se basa en el totalitarismo ejercido por un estado y que
inculca la dependencia a este.
En el fascismo la sociedad debe obligatoriamente integrarse
y trabajar unificadamente a la orden del gobierno; suprimiendo el pluralismo
político y dando paso a partidos únicos. El fascismo Inculca la obediencia de
las masas, controla y manipula los medios de comunicación y concentra todo el
poder en un líder carismático y dictatorial elegido para dirigir la vida de los
ciudadanos, llegando al fanatismo exacerbado. Algunos ejemplos: Hitler, Mussolini
y nuestra versión moderna; el difunto.
El fascismo juzga y condena sistemáticamente a sus adversarios
políticos; se aprovecha de la ignorancia para perpetuarse en el poder y usa la violencia,
la represión y la propaganda desplegada contra un enemigo real o imaginario,
además de mantener bajo esta premisa al pueblo preso de miedos y un
paternalismo asfixiante, enfermizo que inutiliza a la persona. Yo no soy
fascista, pero sabemos quienes sí lo son. Repitiendo la mentira del fascismo no
se puede negar la realidad, no se puede maquillar la situación de un país. La
culpa no es de Santos, señor Nicolás, ni de Obama; si hay culpables de esta
situación, hay que nombrar a su comandante intergaláctico que le dejó un
cangrejo por sus malas políticas, y a usted que las continuó y empeoró por su
falta de instrucción y de experiencia.
Negarnos, señor Nicolás es otro error suyo. Negar que no fue
Leopoldo López el que encendió la mecha de las protestas, es otro gran
desacierto. No somos títeres, no somos marionetas. Somos ciudadanos que hacemos
cola para comprar comida, que miramos los anaqueles vacios en abastos,
farmacias, librerías; que vemos nuestro dinero disolverse como sal en el agua
por la inflación galopante que usted y su gente so ha sabido controlar. Negar
que la marcha, nuestro derecho amparado por el artículo 68 de la constitución
bolivariana que tanto se ufanan de respetar, es desconocer el suelo que usted
pisa. Tarde o temprano el castillo de naipes cae, porque aquellas personas
enfermas que no encuentran medicamentos, llega el punto en que no lo soportan
más. Las familias de las víctimas de la inseguridad que usted niega, pronto se
cansan, porque no todos somos unos disociados de nuestra realidad y unos
verdaderos apátridas como aquellos que dirigen nuestros destinos de tan mala
manera.
Un verdadero demócrata no aceptaría jamás que el pueblo,
pensara como pensara, fuera reprimido con la misma crueldad que tanto criticaron
ustedes del Caracazo. Un verdadero ser humano no permitiría que sus esbirros
asesinaran por la cabeza a jóvenes estudiantes inocentes. Un hombre con bolas y
pantalones renunciaría y asumiría su responsabilidad para frenar las muertes y
las protestas, que no existen, según ustedes, pero que mantienen militarizado
al país.
La paranoia siempre ha sido un síntoma de los gobiernos
abyectos; la paranoia en la que la mentira se hace una regla de vida. Reprimir
el descontento con fuerza desmedida, con sus colectivos armados, por el
irresponsable del comandante intergaláctico, es y será su responsabilidad. Así
hable de paz, así diga lo que diga, jamás nadie olvidará que la paz de su país
le quedó grande, señor Nicolás. Un verdadero gobierno no arma al pueblo de
balas para robar vidas, sino de estudios, de opciones reales de trabajo para
robarle espacio a la miseria y a la ignorancia. Un gobierno paternalista y
bajo, como el suyo, jamás podrá ser exitoso, así nos doblegue y nos reduzca en
nuestro derecho e ímpetu de lucha, porque finalmente la fuerza, a veces, puede
más que las ideas, pero a la larga, la fuerza se agota y las ideas crecen y jamás
mueren.
Negar que su país es un caos, no solo por las protestas
justas, democráticas y necesarias ante un gobierno fracasado al que se le debe
exigir explicaciones (ya que sólo responde ante los reclamos con el eterno
guión de, “Estados Unidos dijo o no dijo, hizo o no hizo”), es una falacia.
Basta de verborrea, basta de negar que existimos, porque le recuerdo que,
supuestamente, 224.000 mil votos fueron los que realmente le terminaron de dar
el poder. Negar que la gente en el país reclama, y no tiene que ser traída en
autobuses hasta Caracas esperando su kit “rojo rojito”, para poder llenar su
mitin, es querer aguantar una ola con un cartón.
Hoy ustedes tienen el poder y puede continuar con su farsa y
sus mentiras, pero recuerde, señor Nicolás, que el mundo da muchas vueltas, y
que nada puede durar para siempre. Ruegue que Dios lo agarre confesado, por que
la justicia, tarda, pero llega, es la realidad.
Venezuela, no desmayes que las nubes negras, o rojas, no
pueden ser eternas. Fuerza, fe y amor a tí.
Fernando Pinilla
Amen !!!! Que sera de estos pobres diablos cuando la justicia llegue?
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