febrero 02, 2015

Cantantes y canciones que amo!!

 Espero que disfruten de las caricaturas, las historias y que se tomen en tiempo de buscar cada una y escucharla, más allá de que seamos afines, o no, a las melodías que acá les dejo... dibujadas!!


Amalia Rodrígues

Hablar de  la Rainha do Fado, es hablar de una insignia de Portugal, pero no por esto, una cantante popular para muchos en Venezuela. Solo la raíz de aquellos cuyos padres viene del país de los descendientes de Luso (hijo de Baco), son los que puedes estar familiarizado con la pasión de una mujer que escribió su página en la historia de la música universal, con la fuerza de su voz y su pasión por este ritmo autóctono lusitano.
Parece mentira, pero Amalia Rodrigues, aunque mis raíces distan de aquella diminuta nación, se enlazó a mi vida al escucharla, tras recibir mi padre un disco con canciones portuguesas que le regaló una compañera, de manera sentida. Si algo me gusta una canción, de un cantante, de una composición, es que esta me transmita su vida, y escuchar, por ejemplo, el fado de los fados, es entender que la música debe vivirse y sentirse, para poder interpretarse.

Bob Marley

¿Quién no ha escuchado reggae y pensado en Bob Marley? Desde niño crecí escuchando una vieja cinta Magnetics de mi padre en la que escuché aquel ritmo pegajoso, sentido, por el mayor exponente de la música caribeña, el hombre que colocó en el mapa de la música universal a una pequeña isla del Caribe.
No woman no cry, así como una veintena de canciones que cabían en aquel casette, me divertían de niño y me hacían imaginar al mar, la arena, y el salitre, como un sinónimo de aquella voz que hacía mover mis extremidades al ritmo de sus compases, escritos por él, y versionados en su vida terminada por culpa de aquel melanoma maligno en el pie, que truncó el paso del más grande exponente musical del Caribe.

Carlos Gardel

Hablar de El morocho de abasto, es hablar de una leyenda de la música, de la pasión, de los corazones bohemios que buscaban consuelo en las cantinas bonaerenses, de los enamorados de la patria chica, de un ícono mundial: El tango. 
El apodo, uno de los tantos que tuvo, se le dio por crecer en la zona del Abasto, en el barrio Balvanera al hombre cuyo lugar origen aun se desconoce, pero que su amor por Buenos Aires, Argentina, no se pueden negar. Mi contacto con este cantante y compositor, viene en la raíz de mi familia. Mi abuelo paterno cantaba tangos en bares, vestía y se peinaba como Gardel, y así El morocho, se clavó en mi corazón y en el imaginario.  Es el autor de una de las piezas de amor más hermosas, El día que me quieras, aunque paradójicamente sería en la voz de Roberto Carlos, donde la escucharía primero en mi infancia.

Charles Aznavour

La historia de este fascinante cantante y compositor de origen armenio es magnífica. Compuso canciones para Edith Piaf y casi todos los representantes de aquella generación de oro de la música francesa, y hasta se le atribuye ser amante de Edith, cuando solo era un jovencito buscando fama. El embajador de la canción francesa, como se le conoce universalmente, es uno de los cantantes que aún en la actualidad, luego de una longeva carrera artística, continúan cautivando con su música y la pasión que transmite en cada tema interpretado, ya sea en francés, ingles o español.
Este es otro cantante que mi memoria lo traslada a mi infancia, porque era uno de los favoritos de mi papá y crecí con ellos. Los fines de semana, era el día en que temprano en la mañana sonaba en mi casa la voz de Charles, y Buen aniversario, con aquella magnifica orquestación de Paul Mauriat, cautivó mis sentidos y me ligó de por vida a la magia del hombre que convirtió a Paris en música.

Doménico Modugno

A primera vista, muchos no lo reconocerám ni sabrán de quién se trata, ni los mismos descendientes de italianos. Pero su versión (la original) de la famosa “Volare” o mejor, Nel blu dipinto di blu, lo convirtió en un ícono de la música mundial y catapultó del anonimato a la fama al alcanzar el número uno en el Hot 100 de Billboard, posteriormente reconocido como el mejor sencillo de 1958 y ganador del Premio Grammy.
Volare es una canción que todos hemos escuchado en versiones diversas, desde Dean Martin hasta Gipsy Kings, quienes la han interpretado a su estilo. Martin, lo hizo siguiendo su raíz italiana y siguiendo el estilo de la versión de Modgno, que cautivó a propios y extraños. No crecí con la música de Doménico, pero sería injusto no incluirlo en mi lista.

Ediath Piaf

Debo reconocer que la primera vez que escuché a la mome piaf (el pequeño gorrión), era muy chamo para entender. A la segunda vez que lo hice, la música me llegó a las fibras del alma. Me envicié con Le fuilles mortes y  L'hymne à L'Amour, y es que que aunque aquel francés arrastrado no lo comprendía, entendía la universalidad de la pasión que transmitía Edith Piaf con aquellas canciones.
La vida de Edith fue un drama apasionado, igual que su musica. Hoy muchos conocen de ella, gracias a La vie en rose, con Marion Cotillard, pero resumir su apasionada vida en un filme no fue tarea sencilla. No solo Marcel, su gran amor, sino tantos otros calentaron la cama y abonaron la pasión y leyenda con su grano. Yves Montand, Marlon Brando y Charles Aznavour, fueron algunos que  vieron y se enamoraron de la Piaf, quizás no de sus atributos fisicos, sino de aquello me cautivó a mi también, su apasionada voz. Si alguien te puede cantar La Vie en rose, con aquel sentimiento, es porque tiene atributos importantes que no todos tienen: fuego, pasión, amor.
  
Felipe Pirela.

La primera vez que recuerdo haberlo escuchado, fue de niño en Radio Tiempo un fin de semana como a las 6:00 am. Mi papá escuchaba un viejo radio Sony en su habitación y la voz de Felipe me atrapó sentado en el pasillo pegado a la puerta cerrada de la habitación de mis padres. Luego lo escuché en un casette que tenía mi viejo y que lo escuché reproduje tanto que terminó enredado y dañado. El bolerista de América, como lo bautizaran en México, luego de separarse de La Billos Caracas Boys, es sin duda una de las voces más potentes que había escuchado en mi vida, y su estilo, uno que difícilmente, aunque seas un niño, puedes olvidar.
Este maracucho y símbolo de Venezuela, dejó un registro musical que vale la pena explorar y transmitir a las nuevas generaciones, porque en él, quizás, podemos recuperar parte de la identidad perdida. Aquella generación bendita de artistas nacionales, aun vive como recuerdo de lo que fuimos y podemos ser. Felipe parece caminar en las esquinas de Caracas, de Maracaibo y hasta de Puerto Cabello, ciudad que quedó tatuada en mi mente, tras escuchar la versión de aquel hermoso y apasionado bolero, Mi puerto Cabello. De niño se me aguaban los ojos con la nostalgia de aquella magnífica interpretación. Hoy sigue sucediendo.

Frank Sinatra

La Voz. Eso era y será Sinatra, un símbolo de la pudiente Norteamérica. Lo escuché de niño y mi afición no se conformó con temas iconográficos como New York, New York, sino me llevó a explorar su larga y prolífica discografía que además de Jazz, incluye balada, pop y aquella etapa del floreciente Bossa Nova junto al gran Tom Jobin.

Sinatra es una leyenda, por sus orígenes, por su estilo de vida por su manera de triunfar y poner al mundo a sus pies. Sus tórridos romances con las mujeres más lindas del Hollywood, su amistad con mafiosos, princesas y artistas de la talla de Bing Crosby y Louis Armstrong, con quienes realizó duos memorables, y su filiación al llamado Rat Pack (Sammy Davis Jr. Dean Martin y Jerry Lewis), lo convierten en un ícono inolvidable.

De más está agregar que sus versiones de canciones navideñas, de mis preferidas, son geniales, entre ellas, Have yuorself a merry Little christmas, temas que en navidad escucho como una tradición y que demuestran, igualmente, la universalidad de la música. La clave de su éxito, fue transmitir en cada pieza la pasión que encerraba aquella letra, melodía y My Way, para mí el epílogo de su vida.


Javier Solis.

Lo escuché de niño por primera vez en un casette que compró mi papá de, Pedro Infante, Jorge Negrete y Javier Solis. Sombras nada más, Si Dios me quita la vida, Payaso, Cuatro Cirios, fueron temas que memoricé aunque era un niño y hasta el sol de hoy son referencias y un placer para escuchar en cualquier momento.  
De panadero, carnicero, boxador, a cantante. De la pobreza a la gloria que sólo siguen a aquellos que nacen con la certeza de que el triunfo no es casualidad sino el resultado de trabajo serio y comprometido. Javier Solis es un ícono de la música popular mexicana, del bolero y del romance, un embajador del amor, no solo por las mujeres, sino por la tierra, las costumbres, por la vida misma. El que no ha vibrado con Javier Solis, no sabe lo que es pasión, quién no ha escuchado y sentido erizarse con Sombras Nada Más, no sabe lo que es amar.

Joan Manuel Serrat

Me impactó escucharlo con su Mediterráneo. Aquel intro, aquella melodía, aquella pasión por el mar que lo bañó desde niño, por la tierra que lo vio crecer, que lo moldeó; me marcó de por vida. No se puede ser pasajero de la tierra en la que se nace, se debe ser ciudadano, se debe amar, se debe sentir en la piel, como él siente a su Mediterráneo. Eso me enseñó Serrat, así como el amor apasionado y la nostalgia por las cosas que se aman, por los amigos entrañables.
Serrat debe ser incluido en la lista de poetas universales, juntos a sus grandes influencias, Pablo Neruda, García Lorca y Mario Benedetti. Su prosa debería ser estudiada en las escuelas y su sentido de pertenencia explicado, inculcado y puesto como ejemplo. Uno de los artistas que más me influenció indirectamente en mi personalidad, y que atesoro cuando se trata de escuchar buena música, con vino, como haría él, pues así lo narra en uno de los versos de Mediterráneo. “…me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero”

Nat King Cole


Un vida efímera, una carrera corta, pero rica en su legado. Su historia en medio de una sociedad presa del racismo, fue protagonista de una lucha entre el salvajismo y la pasión por lo hermoso.
Nat King Cole enamoraba con su voz que acariciaba y rompió las barreras de los prejuicios. John F. Kennedy, era fanático de Nat King Cole,  como lo fue Renny Ottolina quién contratara al cantante que por aquellos años versionaba canciones en español y a quién le preguntara por las canciones venezolanas más importantes del cancionero popular. Renny le enseñó palabra por palabra Ansiedad de "Chelique" Sarabia. El resultado, una versión que eriza. 
Sus canciones de navidad, muchas versiones de himnos entonados por décadas en las iglesias bautistas de Estados Unidos, son parte de mis navidades, pero sin duda es Unforgettable, la canción más inolvidable para enamorarse.  


Simón Diaz

De niño no era muy fanático de Simón Díaz. Debo confesar que no fui de verlo en su programa, Contesta con Tio Simón y que solo conocía Caballo Viejo, aquella pieza del amor maduro, apasionado y sin ataduras, como se ama en el llano. Me gustaba, pero hasta ahí.
Sería hace unos años cuando un gran amigo, José Manuel Gómez, en un viaje a Bahía de Cata, quién me transmitiría y me mostraría lo maravilloso del legado de Simón.  Aquel viaje fue de descubrir lo que había estado a mi lado y no lo entendí en su momento. Llegué y me adueñé de un cd de Serie 32 de mi viejo, y hasta el día de hoy no lo dejo. Me enamoré de sus tonadas, e hice La Tonada de Cabestrero mi canción, aquella que mueve mis fibras. Aquella que me acompañó en un corto periplo fuera de las fronteras, sacando mis lágrimas recordando a esta, mi Venezuela.
Simón Díaz no se puede resumir en estas líneas ni en esta caricatura. Simón Díaz es amor por este país, Simón Díaz es Venezuela.


Tito Rodríguez

No era muy amante de la charanga de Tito Rodríguez cuando era niño. Pero Inolvidable me cautivaba y me hacía llorar, era una melodía llena de melancolía que hablaba del final un gran amor y aquel camino solitario tras esa ruptura. ¡Qué pasión, qué voz!
Poco a poco fui acostumbrándome a su sonido y empezando a valorar el sonido de su orquesta, y de su música. Pero sin duda, Tito el bolerista fue el que me sorprendió. No era sólo Inolvidable; era Hoja seca, La hiedra, Ausencia, Mala noche, y podría hablar de infinidad de boleros que interpretó con su estilo único, inconfundible y romántico. Es una pena que la leucemia haya silenciado la voz y el talento de uno de los directores más prolijos de la música latina y de lo que hoy se conoce como Latin jazz. Para mi es y será un placer escuchar Al di la, en su voz, acompañado de una copa de vino.

Toña La negra.

Otra cantante que conocí desde mi infancia. Aquella voz y aquella música la relaciono con mi niñez, con aquellos domingos, con la comida de mi madre. Me cautivó la mujer que inmortalizó junto a Agustín Lara, muchos de los clásicos del cancionero latinoamericano.
Es difícil no sentirse enamorado de aquella pasión que se desborda en cada letra. Escuchar Lamento cubano por aquellas épocas, no tiene la misma significación de la que tiene escucharla bajo la sombra que se ha cernido en nuestros país, como en Cuba, en la actualidad. Igualmente de sublime, es escuchar y sentir la versión original musicalizada del poema de Andrés Eloy Blanco, Angelitos negros, aquella orquestación magnifica de la época, caribeña con aquel sabor a nostalgia y a tierra caliente. Toña la negra es sinónimo de fuerza, de pasión, de alegría y de la energía femenina hecha canción, hecha melodía. Arráncame la vida, es y será, para mí, el clímax de su carrera. Aquella canción apasionada en su voz magnifica, me eriza cada vez que tengo la oportunidad de escucharla.

Vinicius de Moraes

Las telenovelas brasileras que por aquel entonces se transmitían en el canal 8 y posteriormente en el 10, me revelaron en compañía de mi madre, un mundo desconocido para mí. Las melodías como Aquaerela Brasileña compuesta por Moraes, fueron usadas como título de una novela por aquel entonces y era parte de la banda sonora. Una a una conocí sobre aquellas canciones que se convirtieron durante la década del 50 y 60 en el ícono de aquel país suramericano alegre, colorido, espontaneo, e igualmente romántico.
Vinicius de Moraes es autor de las principales canciones brasileras, la mayoría mundialmente conocidas. Su duo con Toquinho es memorable, y las versiones de María Creuza, siguen siendo parte del imaginario popular universal. La Garota de Ipanema, es una de las canciones más versionadas en la historia de la música, y para muchos ha sido como un imán para ir y recorrer la misma senda de aquella joven brasilera que robó las miradas y el corazón de Vinicius y Tom Jobin en aquella calzada de Ipanema.

Roberto Carlos
Por amor, el gato en la oscuridad, Detalles son algunas de las canciones que escuchaba en un casette que se llamaba, Roberto Carlos en Caracas. Lo escuchaba mil veces y disfrutaba cuando mi papá lo reproducía. Era magnifica y casi tranquilizante la voz de un eterno enamorado de su esposa, María Rita, razón que explica el porqué sentí aquella pasión y nostalgia en su música. Ni la muerte de ésta apagó un amor que cruzó el umbral de la vida y la muerte.
Los éxitos de Roberto Carlos son incuestionables. Se ha ganado el título del rey de la canción latinoamericana y, en su natal Brasil, simplemente, O rey. Roberto Carlos es una leyenda viva de la canción, siempre musicalmente bien acompañado y con composiciones, versiones e interpretaciones limpias, sutiles, brillantes y con un estilo inigualable que vive y se renueva a diario. Detalles, es una de mis canciones favoritas, y su versión original, uno de mis tesoros en momentos de relajación.

    
















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