Espero que disfruten de las caricaturas, las historias y que se tomen en tiempo de buscar cada una y escucharla, más allá de que seamos afines, o no, a las melodías que acá les dejo... dibujadas!!
Amalia Rodrígues
Hablar de la Rainha do Fado, es hablar de una insignia de Portugal, pero
no por esto, una cantante popular para muchos en Venezuela. Solo la raíz de
aquellos cuyos padres viene del país de los descendientes de Luso (hijo de
Baco), son los que puedes estar familiarizado con la pasión de una mujer que
escribió su página en la historia de la música universal, con la fuerza de su
voz y su pasión por este ritmo autóctono lusitano.
Parece mentira,
pero Amalia Rodrigues, aunque mis raíces distan de aquella diminuta nación, se
enlazó a mi vida al escucharla, tras recibir mi padre un disco con canciones
portuguesas que le regaló una compañera, de manera sentida. Si algo me gusta
una canción, de un cantante, de una composición, es que esta me transmita su
vida, y escuchar, por ejemplo, el fado de los fados, es entender que la música
debe vivirse y sentirse, para poder interpretarse.
Bob Marley
¿Quién no ha
escuchado reggae y pensado en
Bob Marley? Desde niño crecí escuchando una vieja cinta Magnetics de mi padre
en la que escuché aquel ritmo pegajoso, sentido, por el mayor exponente de la
música caribeña, el hombre que colocó en el mapa de la música universal a una
pequeña isla del Caribe.
No woman no cry,
así como una veintena de canciones que cabían en aquel casette, me divertían de
niño y me hacían imaginar al mar, la arena, y el salitre, como un sinónimo de
aquella voz que hacía mover mis extremidades al ritmo de sus compases, escritos
por él, y versionados en su vida terminada por culpa de aquel melanoma
maligno en el pie, que truncó el paso del más grande exponente musical del
Caribe.
Carlos Gardel
Hablar de El
morocho de abasto, es hablar de una leyenda de la música, de la pasión, de los
corazones bohemios que buscaban consuelo en las cantinas bonaerenses, de los
enamorados de la patria chica, de un ícono mundial: El tango.
El apodo, uno de
los tantos que tuvo, se le dio por crecer en la zona del Abasto, en el barrio
Balvanera al hombre cuyo lugar origen aun se desconoce, pero que su amor por Buenos
Aires, Argentina, no se pueden negar. Mi contacto con este cantante y
compositor, viene en la raíz de mi familia. Mi abuelo paterno cantaba tangos en
bares, vestía y se peinaba como Gardel, y así El morocho, se clavó en mi
corazón y en el imaginario. Es el autor
de una de las piezas de amor más hermosas, El día que me quieras, aunque
paradójicamente sería en la voz de Roberto Carlos, donde la escucharía primero
en mi infancia.
Charles Aznavour
La historia de
este fascinante cantante y compositor de origen armenio es magnífica. Compuso
canciones para Edith Piaf y casi todos los representantes de aquella generación
de oro de la música francesa, y hasta se le atribuye ser amante de Edith,
cuando solo era un jovencito buscando fama. El embajador de la canción
francesa, como se le conoce universalmente, es uno de los cantantes que aún en
la actualidad, luego de una longeva carrera artística, continúan cautivando con
su música y la pasión que transmite en cada tema interpretado, ya sea en
francés, ingles o español.
Este es otro cantante que mi memoria lo traslada a mi
infancia, porque era uno de los favoritos de mi papá y crecí con ellos. Los
fines de semana, era el día en que temprano en la mañana sonaba en mi casa la
voz de Charles, y Buen aniversario, con aquella magnifica orquestación de Paul
Mauriat, cautivó mis sentidos y me ligó de por vida a la magia del hombre que
convirtió a Paris en música.
Doménico Modugno
A primera vista, muchos no lo reconocerám ni sabrán de quién
se trata, ni los mismos descendientes de italianos. Pero su versión (la
original) de la famosa “Volare” o mejor, Nel blu dipinto di blu, lo convirtió
en un ícono de la música mundial y catapultó del anonimato a la fama al
alcanzar el número uno en el Hot 100 de Billboard,
posteriormente reconocido como el mejor sencillo de 1958 y ganador del Premio Grammy.
Volare es una canción que todos hemos escuchado en versiones
diversas, desde Dean Martin hasta Gipsy Kings, quienes la han interpretado a su
estilo. Martin, lo hizo siguiendo su raíz italiana y siguiendo el estilo de la
versión de Modgno, que cautivó a propios y extraños. No crecí con la música de
Doménico, pero sería injusto no incluirlo en mi lista.
Ediath Piaf
Debo reconocer que la primera vez que escuché a la mome piaf
(el pequeño gorrión), era muy chamo para entender. A la segunda vez que lo
hice, la música me llegó a las fibras del alma. Me envicié con Le fuilles
mortes y L'hymne
à L'Amour, y es que que aunque aquel francés arrastrado no lo
comprendía, entendía la universalidad de la pasión que transmitía Edith Piaf
con aquellas canciones.
La vida de Edith fue un drama apasionado, igual que su
musica. Hoy muchos conocen de ella, gracias a La vie en rose, con Marion
Cotillard, pero resumir su apasionada vida en un filme no fue tarea sencilla.
No solo Marcel, su gran amor, sino tantos otros calentaron la cama y abonaron
la pasión y leyenda con su grano. Yves Montand, Marlon Brando y Charles
Aznavour, fueron algunos que vieron y se
enamoraron de la Piaf, quizás no de sus atributos fisicos, sino de aquello me
cautivó a mi también, su apasionada voz. Si alguien te puede cantar La Vie en
rose, con aquel sentimiento, es porque tiene atributos importantes que no todos
tienen: fuego, pasión, amor.
Felipe Pirela.
La primera vez que recuerdo haberlo escuchado, fue de niño
en Radio Tiempo un fin de semana como a las 6:00 am. Mi papá escuchaba un viejo
radio Sony en su habitación y la voz de Felipe me atrapó sentado en el pasillo
pegado a la puerta cerrada de la habitación de mis padres. Luego lo escuché en
un casette que tenía mi viejo y que lo escuché reproduje tanto que terminó
enredado y dañado. El bolerista de América, como lo bautizaran en México, luego
de separarse de La Billos Caracas Boys, es sin duda una de las voces más
potentes que había escuchado en mi vida, y su estilo, uno que difícilmente,
aunque seas un niño, puedes olvidar.
Este maracucho y símbolo de Venezuela, dejó un registro
musical que vale la pena explorar y transmitir a las nuevas generaciones,
porque en él, quizás, podemos recuperar parte de la identidad perdida. Aquella
generación bendita de artistas nacionales, aun vive como recuerdo de lo que
fuimos y podemos ser. Felipe parece caminar en las esquinas de Caracas, de
Maracaibo y hasta de Puerto Cabello, ciudad que quedó tatuada en mi mente, tras
escuchar la versión de aquel hermoso y apasionado bolero, Mi puerto Cabello. De
niño se me aguaban los ojos con la nostalgia de aquella magnífica
interpretación. Hoy sigue sucediendo.
Frank Sinatra
La Voz. Eso era y será Sinatra, un símbolo de la pudiente
Norteamérica. Lo escuché de niño y mi afición no se conformó con temas
iconográficos como New York, New York, sino me llevó a explorar su larga y
prolífica discografía que además de Jazz, incluye balada, pop y aquella etapa
del floreciente Bossa Nova junto al gran Tom Jobin.
Sinatra es una leyenda, por sus orígenes, por su estilo de
vida por su manera de triunfar y poner al mundo a sus pies. Sus tórridos
romances con las mujeres más lindas del Hollywood, su amistad con mafiosos,
princesas y artistas de la talla de Bing Crosby y Louis Armstrong, con quienes
realizó duos memorables, y su filiación al llamado Rat Pack (Sammy Davis Jr.
Dean Martin y Jerry Lewis), lo convierten en un ícono inolvidable.
De más está agregar que sus versiones de canciones
navideñas, de mis preferidas, son geniales, entre ellas, Have yuorself a merry
Little christmas, temas que en navidad escucho como una tradición y que
demuestran, igualmente, la universalidad de la música. La clave de su éxito,
fue transmitir en cada pieza la pasión que encerraba aquella letra, melodía y
My Way, para mí el epílogo de su vida.
Javier Solis.
Lo escuché de niño por primera vez en un casette que compró
mi papá de, Pedro Infante, Jorge Negrete y Javier Solis. Sombras nada más, Si
Dios me quita la vida, Payaso, Cuatro Cirios, fueron temas que memoricé aunque
era un niño y hasta el sol de hoy son referencias y un placer para escuchar en
cualquier momento.
De panadero, carnicero, boxador, a cantante. De la pobreza a
la gloria que sólo siguen a aquellos que nacen con la certeza de que el triunfo
no es casualidad sino el resultado de trabajo serio y comprometido. Javier
Solis es un ícono de la música popular mexicana, del bolero y del romance, un
embajador del amor, no solo por las mujeres, sino por la tierra, las
costumbres, por la vida misma. El que no ha vibrado con Javier Solis, no sabe
lo que es pasión, quién no ha escuchado y sentido erizarse con Sombras Nada
Más, no sabe lo que es amar.
Joan Manuel Serrat
Me impactó escucharlo con su Mediterráneo. Aquel intro,
aquella melodía, aquella pasión por el mar que lo bañó desde niño, por la
tierra que lo vio crecer, que lo moldeó; me marcó de por vida. No se puede ser
pasajero de la tierra en la que se nace, se debe ser ciudadano, se debe amar,
se debe sentir en la piel, como él siente a su Mediterráneo. Eso me enseñó
Serrat, así como el amor apasionado y la nostalgia por las cosas que se aman,
por los amigos entrañables.
Serrat debe ser incluido en la lista de poetas universales,
juntos a sus grandes influencias, Pablo Neruda, García Lorca y Mario Benedetti.
Su prosa debería ser estudiada en las escuelas y su sentido de pertenencia
explicado, inculcado y puesto como ejemplo. Uno de los artistas que más me
influenció indirectamente en mi personalidad, y que atesoro cuando se trata de
escuchar buena música, con vino, como haría él, pues así lo narra en uno de los
versos de Mediterráneo. “…me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero”
Nat King Cole
Un vida efímera, una carrera corta, pero rica en su legado.
Su historia en medio de una sociedad presa del racismo, fue protagonista de una
lucha entre el salvajismo y la pasión por lo hermoso.
Nat King Cole enamoraba con su voz que acariciaba y rompió
las barreras de los prejuicios. John F. Kennedy, era fanático de Nat King Cole,
como lo fue Renny Ottolina quién
contratara al cantante que por aquellos años versionaba canciones en español y
a quién le preguntara por las canciones venezolanas más importantes del
cancionero popular. Renny le enseñó palabra por palabra Ansiedad de "Chelique"
Sarabia. El resultado, una versión que eriza.
Sus canciones de navidad, muchas versiones de himnos
entonados por décadas en las iglesias bautistas de Estados Unidos, son parte de
mis navidades, pero sin duda es Unforgettable, la canción más inolvidable para
enamorarse.
Simón Diaz
De niño no era muy fanático de Simón Díaz. Debo confesar que
no fui de verlo en su programa, Contesta con Tio Simón y que solo conocía
Caballo Viejo, aquella pieza del amor maduro, apasionado y sin ataduras, como
se ama en el llano. Me gustaba, pero hasta ahí.
Sería hace unos años cuando un gran amigo, José Manuel
Gómez, en un viaje a Bahía de Cata, quién me transmitiría y me mostraría lo
maravilloso del legado de Simón. Aquel
viaje fue de descubrir lo que había estado a mi lado y no lo entendí en su
momento. Llegué y me adueñé de un cd de Serie 32 de mi viejo, y hasta el día de
hoy no lo dejo. Me enamoré de sus tonadas, e hice La Tonada de Cabestrero mi
canción, aquella que mueve mis fibras. Aquella que me acompañó en un corto
periplo fuera de las fronteras, sacando mis lágrimas recordando a esta, mi
Venezuela.
Simón Díaz no se puede resumir en estas líneas ni en esta
caricatura. Simón Díaz es amor por este país, Simón Díaz es Venezuela.
Tito Rodríguez
No era muy amante de la charanga de Tito Rodríguez cuando
era niño. Pero Inolvidable me cautivaba y me hacía llorar, era una melodía
llena de melancolía que hablaba del final un gran amor y aquel camino solitario
tras esa ruptura. ¡Qué pasión, qué voz!
Poco a poco fui acostumbrándome a su sonido y empezando a
valorar el sonido de su orquesta, y de su música. Pero sin duda, Tito el
bolerista fue el que me sorprendió. No era sólo Inolvidable; era Hoja seca, La
hiedra, Ausencia, Mala noche, y podría hablar de infinidad de boleros que
interpretó con su estilo único, inconfundible y romántico. Es una pena que la
leucemia haya silenciado la voz y el talento de uno de los directores más
prolijos de la música latina y de lo que hoy se conoce como Latin jazz. Para mi
es y será un placer escuchar Al di la, en su voz, acompañado de una copa de
vino.
Toña La negra.
Otra cantante que conocí desde mi infancia. Aquella voz y
aquella música la relaciono con mi niñez, con aquellos domingos, con la comida
de mi madre. Me cautivó la mujer que inmortalizó junto a Agustín Lara, muchos
de los clásicos del cancionero latinoamericano.
Es difícil no sentirse enamorado de aquella pasión que se desborda
en cada letra. Escuchar Lamento cubano por aquellas épocas, no tiene la misma
significación de la que tiene escucharla bajo la sombra que se ha cernido en
nuestros país, como en Cuba, en la actualidad. Igualmente de sublime, es
escuchar y sentir la versión original musicalizada del poema de Andrés Eloy
Blanco, Angelitos negros, aquella orquestación magnifica de la época, caribeña
con aquel sabor a nostalgia y a tierra caliente. Toña la negra es sinónimo de
fuerza, de pasión, de alegría y de la energía femenina hecha canción, hecha
melodía. Arráncame la vida, es y será, para mí, el clímax de su carrera.
Aquella canción apasionada en su voz magnifica, me eriza cada vez que tengo la
oportunidad de escucharla.
Vinicius de Moraes
Las telenovelas brasileras que por aquel entonces se
transmitían en el canal 8 y posteriormente en el 10, me revelaron en compañía
de mi madre, un mundo desconocido para mí. Las melodías como Aquaerela
Brasileña compuesta por Moraes, fueron usadas como título de una novela por
aquel entonces y era parte de la banda sonora. Una a una conocí sobre aquellas
canciones que se convirtieron durante la década del 50 y 60 en el ícono de
aquel país suramericano alegre, colorido, espontaneo, e igualmente romántico.
Vinicius de Moraes es autor de las principales canciones
brasileras, la mayoría mundialmente conocidas. Su duo con Toquinho es
memorable, y las versiones de María Creuza, siguen siendo parte del imaginario
popular universal. La Garota de Ipanema, es una de las canciones más
versionadas en la historia de la música, y para muchos ha sido como un imán
para ir y recorrer la misma senda de aquella joven brasilera que robó las
miradas y el corazón de Vinicius y Tom Jobin en aquella calzada de Ipanema.
Roberto Carlos
Por amor, el gato en la oscuridad, Detalles son algunas de
las canciones que escuchaba en un casette que se llamaba, Roberto Carlos en
Caracas. Lo escuchaba mil veces y disfrutaba cuando mi papá lo reproducía. Era
magnifica y casi tranquilizante la voz de un eterno enamorado de su esposa, María
Rita, razón que explica el porqué sentí aquella pasión y nostalgia en su
música. Ni la muerte de ésta apagó un amor que cruzó el umbral de la vida y la
muerte.
Los éxitos de Roberto Carlos son incuestionables. Se ha
ganado el título del rey de la canción latinoamericana y, en su natal Brasil,
simplemente, O rey. Roberto Carlos es una leyenda viva de la canción, siempre
musicalmente bien acompañado y con composiciones, versiones e interpretaciones
limpias, sutiles, brillantes y con un estilo inigualable que vive y se renueva
a diario. Detalles, es una de mis canciones favoritas, y su versión original,
uno de mis tesoros en momentos de relajación.
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