abril 11, 2016

Caricatura agonizante


Caricatura agonizante. (Columna Trompo en la uña, diario La Región. (10/04/2016)

Decir que la caricatura de opinión está muriendo en Venezuela puede parecer una exageración, pero si nos remitimos a los últimos acontecimientos relacionados con esta profesión, vituperada en Venezuela, nos damos cuenta que no parece tan absurda tal afirmación.
Tras el despido de Rayma Suprani de El Universal, la despedida de Eduardo “Edo” Sanabria del diario El Mundo Economía y Negocios, la muerte del maestro Pedro León Zapata, parecía que más nada podía sucederle a las secciones de humor en las páginas de opinión de los diarios venezolanos. Sin embargo no fue así, la reconversión, por presiones gubernamentales, del diario Tal Cual a semanario limitaron en el impreso el trabajo de Roberto Weil, recientemente la salida de circulación del diario El Carabobeño dejó por fuera de la prensa a Gabriel Bozzone y como si ya no fuera suficiente calvario para el gremio, Carlos Fonseca murió hace unas semanas dejando un vacío de lucha en las páginas del diario Últimas Noticias. Para mayor calamidad, Nerio Alberto Borges Bracho, mejor conocido como “Pam-chito”, caricaturista del diario Notitarde de Valencia, decidió acompañar al maestro Fonseca en su travesía.

La caricatura de opinión es sin duda una gran damnificada de los 17 años de revolución infructuosa, ignorante y dañina. Aunque por años el oficialismo se ha jactado de apoyar el arte y la prensa la realidad es que ambas se han visto ahogadas en revolución siendo asfixiadas y casi erradicas. La caricatura, vínculo entre el arte y el periodismo, es un género  de vieja data, desde el Antiguo Egipto, en la XVIII dinastía, fundamentalmente en el periodo Amarniense, pasando por la Roma cristiana y la Grecia de revolución filosófica. La caricatura ha sido protagonista como herramienta de protesta, como género de información, libre pensamiento y libertad de expresión. En su travesía ha permutado por el arte mayor como dan testimonio Los caprichos, una serie de 80 grabados del pintor español Francisco de Goya, que representa una sátira de la sociedad española de finales del siglo XVIII y paralelamente en Holanda, con Cornelius Dusart, primer primer cultivador de la sátira, por citar algunos ejemplos.  

Sería la Revolución Francesa y el imperio napoleónico con sus marcadas desigualdades sociales quienes impulsarían definitivamente y darían identidad a la caricatura de opinión y política. Gracias al desarrollo de la xilografía y la litografía, y a las convulsiones políticas que sacudían algunas naciones del viejo continente, la caricatura se convirtió en un arma de protesta inteligente y accesible para los pueblos hasta convertirse en símbolo inequívoco de lucha y denuncia, y sello personal de cualquier diario que se respete. Acá no fue la excepción, Venezuela tiene tradición en la caricatura de opinión, en 1786, a raíz del juicio de “residencia” contra el gobernador de Caracas, Manuel González Torres de Navarra, un dibujante no identificado añadiría al expediente una caricatura considerada infantil, pero reveladora de la crítica del pueblo hacia el funcionario siendo esta la primera prueba documentada del género en Venezuela.

El general Páez, quien anteriormente fuera conocido como el León de Payara, fue satirizado y reinterpretado como El rey de los Araguatos, con cuerpo de hombre, piernas y cola de mono, luego que la insurrección contra José Tadeo Monagas fuera detenida en un enfrentamiento en el sitio de Los Araguatos.  Se trató de una caricatura publicada en 1848 y firmada por Olegario Meneses y el sobrino de Páez, Carmelo Fernández, famoso dibujante y artista quién se encontraba en el exilio en tierra colombiana. Fue entonces que el género se consolidó como una manera de protesta contra quienes ostentaban el poder en el país, aunque no se pudiera hacer de forma libre hasta la caída de Guzmán Blanco.

Perseguida por todo régimen y tirano que se ha erigido en estas tierras, la caricatura de opinión política ha sido siempre victima de los atropellos que genera el dar con el dedo, o el lápiz, en la llaga de la corrupción. Hoy, como en tiempos de las hegemonías andinas, la dictadura de Gómez y la de Pérez Jiménez, la caricatura se encuentra en su momento más débil. Luis Velásquez para Diario de Guayana, y este servidor, son prácticamente los últimos diaristas del género ante el silencio de muchos. Algunos, incluso, se quejan de la caricatura catalogándola como una “mamadera de gallo” y adosándole responsabilidades que carece al ser un arma de masificación de ideas y denuncias.  Las redes sociales ha servido para difundir las ideas de profesionales y principiantes en la coyuntura actual, pero la falta de escuelas, medios y personas capacitadas para evaluar hacen que tangamos una marejada de caricaturas, memes, montajes pero de calidad muy baja debido a la falta de conocimiento.

Vivimos una etapa muy similar al oscurantismo histórico, como se conoce al período comprendido en la Edad Media tras la caída del imperio romano el cual se caracterizó por la no propagación de cultura, conocimiento e ideas que sumieron en oscuridad a la mente humana, imposibilitada por entonces de cuestionar los dogmas religiosos, prepararse académicamente y simplemente ser críticos. El derecho a la libre expresión de las ideas fue coartado, so pena de ser condenados por los Tribunales de la Inquisición. La ignorancia, barbarie y anarquía definieron la Edad Media haciéndose comunes, como hoy nos sucede cuando se enciende fuego a un hombre vivo, más allá de su condición de delincuente y de la sabida impunidad.

Es en ese contexto en que la caricatura de opinión y disciplinas cercanas a ésta languidecen, aun cuando abunden intentos de dibujos que simplemente sirven de catarsis para drenar la rabia contenida. La caricatura política muere en los pocos medios que sobreviven, algunos sin presupuesto para pagarla, otros sin papel para publicarlas. Se desprofesionaliza y baja la calidad como consecuencia mientras intentamos sobrevivir como una raza en peligro de extinción, nerviosa, desconfiada pero no por esto perdiendo su carácter rebelde y libre. Dibujaremos mientras nuestras manos no tengan impedimento y diremos las verdades duela al que le duela, porque nos pueden callar momentáneamente, pero las ideas no mueren.


Fernando Pinilla.

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