Venezuela = muerte y violencia (Columna Trompo en la uña, diario La Región 12/01/2014)
La muerte de Mónica Spear y de su esposo, víctimas de
la inseguridad, indignó a un país que reaccionó ante una realidad latente. En
las redes sociales se sintió el clamor de un pueblo lacerado que suplicaba por
paz, pero que al mismo tiempo, temblando de impotencia, exigía la respuesta de
un gobierno que, como el anterior, cierra los ojos ante la realidad de un país
violento, cuya bandera está teñida con la sangre de miles de venezolanos.
Las posiciones estaban divididas. En la red social
twitter, Winston Vallenilla pedía no politizar la muerte de la actriz y de su
esposo en la ARC, a manos de delincuentes.
El debate se calentó, porque se trataba de una figura pública, quién llevaba
a la realidad a aquellos que cierran los ojos a la realidad; la muerte está a
la vuelta de la esquina en Venezuela. Agazapada y a hurtadillas, espera al
acecho a cualquiera que se cruce por su camino, famoso o no tan famoso, para
cobrarles la vida. El problema es que no terminamos de entender y aceptar que
vivimos en un país en el que reina el caos, porque las medidas que se toman son
superficiales y no solucionan el flagelo de la inseguridad, así como tampoco
acaban con la inflación y escasez. La radiografía dice que el problema es
profundo y con fomentos y ungüentos no se puede sanar algo que está arraigado
en las bases de la nación.
La muerte de Mónica Spears
es la punta del iceberg de una mal que late con vida propia y que no hasido frenado con verdaderas políticas sociales, con
el aumento de oportunidades reales de estudio, trabajo y una economía que
invite a trabajar, crear y producir.
Carentes de oportunidades y en medio de un país politizado, dividido por
un discurso violento desde la silla presidencial, la inseguridad y el hampa han
crecido en su presencia en nuestras calles.
21.692 Mónicas
Spears (muertes violentas) se registraron el año pasado, el problema es que son
invisibles para el gobierno y para nosotros, muchas veces. 72 homicidios por
cada 100.000 habitantes fue la tasa que nos convierte en el país más violento
del continente. Venezuela triplica a países como Colombia o
Brasil en su tasa de mortalidad por homicidios, aunque su cifra sea la misma
que la de México, con la pequeña diferencia que la nación azteca tiene 120
millones de habitantes y Venezuela, sólo 29.
Desde la asunción de la revolución, se han puesto en marcha cerca de
21 planes para combatir la violencia, pero además de gastar un dineral en
propaganda política, no se ha generado un cambio real. Como menciono arriba, no
se puede combatir la inseguridad únicamente con presencia policial en las
calles, mientras que el país no ofrezca oportunidades ni mejore su condición
social, cada día más deteriorada. Es como usar paraguas dentro de la casa, pero
con el techo agujereado por todas partes.
El problema es que los venezolanos, sin importar el color político de
su preferencia, callan y aceptan que la nación se convierta en una selva indómita,
inaccesible e insegura. En
1999 se registraron 5.968 homicidios y
la tasa se consideraba alarmante. La revolución pensaba llegar para aplacar
estos índices hostiles que en 2011 llegaron a la escalofriante cifra de 19.336
muertes violentas, y el pasado 2013, a las 21.692, mencionadas arriba. La
violencia se ha disparado en más de un 240% los últimos 15 años según las
cifras que comprobó el Observatorio Venezolano de Violencia. Más de 180.000 asesinatos han ocurrido desde 1999 en Venezuela y la cifra sigue
creciendo. Sin embargo, el gobierno acaba de descubrir la violencia y ya parece
inventará otro plan seguridad. ¿Y la misión A Toda Vida?
El caso de
Mónica Spear encendió las alarmas de un mal que el gobierno ha buscado
silenciar, aplicando censura a los medios que denuncien la mortandad, a la que
normalmente el ministerio público da la espalda dejando impune la gran mayoría.
El caso de la ex miss se mueve rápido, pero, ¿y el resto de venezolanos?
La gran
conclusión a todo esto dice que en materia de inseguridad, como en el resto, el
gobierno está reprobado, y esto no es
politizar la muerte de la actriz y ex miss, sino sencillamente adosarles a los
responsables su cuota de culpabilidad. Los venezolanos no podemos cerrar los
ojos ante la realidad. Lo hacemos ante la escasez de papel tualé y de leche, lo
hacemos ante la inflación y la burla de un gobierno que aumenta en 278 Bs un
salario mínimo que no alcanza ni para comprar un pantalón, y casi nos condena a
usar, como nuestros antepasados, tapa rabos. Callar y cerrar los ojos no cambia
la situación. Justificar nuestro drama diario en nombre de la quimera de la
revolución, de una igualdad y de un respeto que no termina de llegar, no nos
devolverá a esas más de 180.000 vidas perdidas en mano
de la violencia. Basta de pasividad y conformismo.
Venezuela agoniza cada día porque las balas del hampa
nos matan y la indiferencia del gobierno nos deja morir lentamente, casi de
manera sádica esperando no ser el próximo número que aumente las cifras
oficiales. Aunque esta sea una nación 100% religiosa, no se justifica que
nuestra única esperanza esté cifrada en un milagro que venga de lo alto que nos
permita volver a casa cuando salimos, o cuando uno de nuestros seres queridos
se ausenta por algunas horas. Venezuela debe entender que Mónica Spears puede
ser cualquiera de nosotros, de nuestras familias, de nuestras amistades.
Nuestra solidaridad debe ser con los venezolanos y exigir a los responsables de
la paz y de la estabilidad que se tomen las medidas preventivas desde la raíz
del problema y en todos los niveles. No podemos aceptar más que los números sigan
creciendo, esperando a una nueva víctima famosa, para entonces sí reaccionar.
Fernando Pinilla
Hola Fernando !! Comparto el sentimiento de frustracion, lo mas dificil de aceptar es que todavia quedan venezolanos que desean seguir dentro del realismo magico creado por el comandante supremo (Con el perdon de Garcia marquez). Te deseo lo mejor de estos 365 dias que van corriendo y sobretodo, el renacer de nuestra venezuela. Saludos. Olga
ResponderBorrarGracias Olga. Y tu reflexión es muy acertada. Espero el milagro, porque la oscuridad no puede ser eterna.
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